Da para todo

lunes, febrero 01, 2010

Descubriendo libros

Hoy me compré un libro, "En voz baja" de Carlos Alberto Boaglio, en realidad me lo recomendaron y con gran insistencia me terminaron convenciendo para comprarlo, y asi fue que lo conseguí. Al principio no le presté mucha atención, en realidad lo primero que me pregunté cuando surgió todo esto fue, "porque me recomendarían un libro de poemas en este momento cuando practicamente ni el diario leo ultimamente". Todo esto viene a cuento por que hoy hace un mes y un dia que falleció mi viejo, para ser preciso, fue el 31 de diciembre y de ahi que me recomendaron el libro (que hasta hoy no lo supe).
Asi que bueno, ya lo tenia en mis manos, ahora era cuestion de ponerme a leer en algun momento. Como en la tarde estuve con algo de tiempo libre me puse a ojearlo y la verdad es que me resultó una excelente lectura, casi sin darme cuenta habia leído unas veinte páginas. Entre esas páginas leí este poema, de varios que son fabulosos realmente, asi que lo dejo acá para que lo lea quien quiera.

Cuando yo me vaya

Cuando yo me vaya, no quiero que llores,
quédate en silencio, sin decir palabras,
y vive recuerdos, reconforta el alma.

Cuando yo me duerma, respeta mi sueño,
por algo me duermo; por algo me he ido.

Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada,
y casi en el aire, con paso muy fino,
búscame en mi casa,
búscame en mis libros,
búscame en mis cartas,
y entre los papeles que he escrito apurado.

Ponte mis camisas, mi sweater, mi saco
y puedes usar todos mis zapatos.

Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama,
y cuando haga frío, ponte mis bufandas.
Te puedes comer todo el chocolate
y beberte el vino que dejé guardado.
Escucha ese tema que a mí me gustaba,
usa mi perfume y riega mis plantas.

Si tapan mi cuerpo, no me tengas lástima,
corre hacia el espacio, libera tu alma,
palpa la poesía, la música, el canto
y deja que el viento juegue con tu cara.
Besa bien la tierra, toma toda el agua
y aprende el idioma vivo de los pájaros.


Si me extrañas mucho, disimula el acto,
búscame en los niños, el café, la radio
y en el sitio ése donde me ocultaba.

No pronuncies nunca la palabra muerte.
A veces es más triste vivir olvidado
que morir mil veces y ser recordado.

Cuando yo me duerma,
no me lleves flores a una tumba amarga,
grita con la fuerza de toda tu entraña
que el mundo está vivo y sigue su marcha.

La llama encendida no se va a apagar
por el simple hecho de que no esté más.

Los hombres que “viven” no se mueren nunca,
se duermen de a ratos, de a ratos pequeños,
y el sueño infinito es sólo una excusa.

Cuando yo me vaya, extiende tu mano,
y estarás conmigo sellada en contacto,
y aunque no me veas,
y aunque no me palpes,
sabrás que por siempre estaré a tu lado.

Entonces, un día, sonriente y vibrante,
sabrás que volví para no marcharme.